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Caso 641

Mi esposa... siempre [ha sido] celosa y desconfiada.... Un día, cansado y frustrado por su desconfianza y celos constantes, me di por vencido y me involucré con una mujer de mi trabajo. No llegué a pecar con ella, pero todo salió a la luz, ya que esta mujer fue muy malvada y... se comunicó con mi esposa y le dijo que yo la acosaba....

Yo amo a mi esposa y a mi familia, pero mi esposa no puede recuperar la confianza en mí. Al principio de todo me separé de ella y de mis hijos, y me fui a vivir solo, pero luego nos volvimos a unir como familia. Yo me siento en paz... pero ella no puede encontrar la paz. Tengo miedo de perder la paciencia un día y volver a abandonar a mi familia.

Consejo

Estimado amigo:

Comprendemos que es difícil tratar con una esposa celosa y que es muy desalentador que ella no confíe en usted. Cuando una persona es inocente, tiene todo el derecho de sentirse ofendida y herida, como es obvio que se siente usted.

Su caso me recuerda lo difícil que tuvo que haber sido para Jesucristo cuando desconfiaron de él los líderes religiosos y lo acusaron de rebelión contra el gobierno romano. Jesús no había hecho nada malo, y sin embargo a la postre fue crucificado por lo que no había hecho.

¿Cómo respondió Jesús a quienes lo acusaban? Varias veces se negó a contestarles y permaneció callado, no obstante lo que se decía de él.1 Y aun cuando sí habló, nunca fue combativo ni discutidor. Como hacen falta por lo menos dos personas para tener una discusión, Jesús nunca discutió con ellos. Él se negó a hacerlo.

Cuando su esposa lo cuestiona y hace declaraciones falsas acerca de usted, ¿cómo responde usted? ¿Resultan en una discusión esas preguntas y declaraciones? Una discusión consiste en que ella lo acusa a usted, por estar celosa, aunque usted no ha hecho nada, y luego usted trata de convencerla de que su desconfianza no se justifica y sus celos son irracionales. Como usted sabe, tales discusiones toman un giro tras otro, y en realidad nunca terminan.

No hay nada que su esposa pueda hacer o decir que tenga suficiente fuerza como para separarlo a usted de su familia. Los celos y la desconfianza de su esposa no son razones para que usted abandone su hogar. Es más, cuando usted dice que tiene miedo de perder la paciencia y volver a abandonar a su familia, suena como si su disgusto fuera más intenso que el amor que siente por su familia. Suena casi como si usted creyera que se justificaría que los abandonara.

¿Es usted el responsable de las decisiones que toma, o es usted víctima de las decisiones de los demás? Dice que un día «se dio por vencido» a causa de los celos y la desconfianza de su esposa, y que eso lo llevó a involucrarse con otra mujer. Con eso da la impresión de que su esposa hizo que usted procediera así. Cuando usted da a entender que su esposa es la responsable de lo que usted hizo, está constituyéndose en víctima, ¡pero usted no es una víctima! Usted es el responsable de sus propias decisiones. Y la decisión que debe tomar en este caso es hacer cuanto sea necesario para salvar a su familia.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Mt 26:63; 27:12; Lc 23:9

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