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Caso 135

Trabajaba para una gran empresa… [en la que] tenía un alto cargo y abusé de la confianza, ya que, sin darme cuenta, poco a poco fui tomando dinero sin devolverlo.

Cuando tomé mis vacaciones, viajé..., y en esa misma época descubrieron el fraude. Tuve miedo y no regresé a mi país. Ha pasado más de un año muy duro para mí.… Me siento sucia y muy avergonzada. ¿Cómo podría reparar el daño?

... Tengo una orden de captura en mi país.… [y no] tengo dinero para un abogado. Ahora he conocido a un hombre que me ofrece matrimonio, pero no le he contado nada de mi pasado. ¿Qué puedo hacer?

Consejo

Estimada amiga:

Las palabras más importantes que usted emplea son «sucia» y «avergonzada». Esas palabras son fundamentales en el mensaje que su conciencia está tratando de hacerle llegar, aunque usted tenga muchas excusas para justificar el no haberle prestado atención hasta ahora. Dios le dio una conciencia para recordarle, y a veces con mucha insistencia, que haga lo debido. El apóstol Pablo dijo que la conciencia y los pensamientos pueden acusarlo a uno,1 y nos parece que eso es lo que le está sucediendo a usted.

Usted dice que no se daba cuenta de que estaba tomando dinero sin devolverlo. Con eso nos da a entender algo más acerca de usted y de su conciencia. Es probable que se sintiera un poco culpable la primera vez que tomó dinero, pero que, con el paso del tiempo, ya ni se dio cuenta. Usted hizo caso omiso de su conciencia tantas veces que los mensajes que ésta le estaba enviando ya ni le llegaban. Ahora que descubrieron su desfalco, se ha visto obligada a reconocer lo que ha hecho. Sin embargo, se siente tentada a seguir ocultando su delito y a casarse con un hombre con el que usted no puede ser sincera. El hecho de que nos haya contado su caso demuestra que usted sabe que sería incorrecto hacerlo.

Usted pudiera casarse con ese hombre y seguir sintiéndose sucia y avergonzada por el resto de su vida. Además, se sentiría culpable de mantener oculto su secreto de la persona que debiera saber todo lo que tenga que ver con usted. Día tras días, mes tras mes y año tras año, tendría la sensación de que la están vigilando, siempre temiendo el momento en que al fin se le descubriera. Su conciencia no dejaría de acusarla, y le recordaría constantemente el hecho de haber engañado a ese hombre. Eso mismo estropearía toda posibilidad de tener un matrimonio feliz.

Desde luego, usted haría todo lo que fuera necesario para poder volver a comenzar. Sin duda, cada día trata usted de ingeniarse una salida de este embrollo sin tener que afrontar las consecuencias de lo que hizo. Pero la verdad es que no hallará la paz sino hasta que decida volver a su país de origen, entregarse a las autoridades y someterse al castigo que le impongan por sus actos ilegales e inmorales.

Dios le dará la fuerza de voluntad necesaria si se lo pide. Y la acompañará si usted le confiesa sus pecados y le pide que la perdone. Debido a que Jesucristo su Hijo murió en la cruz para llevar el castigo eterno de todos nuestros pecados, los que le pedimos perdón no tenemos que ser castigados después de la muerte. Pero en esta vida tendremos que afrontar las consecuencias de lo que hemos hecho, incluso todo castigo que considere justo nuestro sistema jurídico.

Haga lo debido,

Linda y Carlos Rey
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1 Ro 2:15

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