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Caso 285

Tengo veinticuatro años de edad.... Hace siete meses tuve una relación amorosa.... Demostré fidelidad, respeto hacia ella, porque la amaba mucho.... Me gusta ser detallista y romántico con la persona a la que amo.

Leo todos los días la Biblia y muchos libros literarios, en especial los [escritos por] Premios Nobel. Procuro sobre todo mantenerme fiel a los mandamientos de Dios. Ella tiene veinte años y estudia psicología clínica, [pero] no [tiene las mismas creencias acerca de Dios que tengo yo]....

Nuestra relación fue maravillosa.... Sucede que, a los dos meses y medio, manifestó que deseaba terminar la relación, a lo cual accedí, ya que no podía obligarla a estar conmigo. Desde ese momento tengo el corazón repleto de tristeza por ella....

Desde el momento en que terminamos, no la llamo ni le escribo por temor a fastidiarla. Tampoco la he visto. No [supe] nada de ella durante cinco meses. En estos días mi mejor amigo [me dijo] que mi ex enamorada le había preguntado por mí y que se arrepiente de haber terminado nuestra relación. ¿Qué debo hacer?

Consejo

Estimado amigo:

El amor es maravilloso y sin embargo, como usted ha descubierto, puede ser doloroso también. Lamentamos que tenga el corazón quebrantado, pero al parecer usted lo ha manejado de un modo honorable, a pesar de sus sentimientos. Usted permitió que su cerebro le dictara cómo proceder, y no dejó que lo abrumaran sus sentimientos. ¡Felicitaciones! Eso demuestra verdadera madurez.

Ahora está pidiendo un consejo en vez de comunicarse de inmediato con su ex novia. De nuevo, con eso está demostrando mucha sabiduría y madurez. También es posible que su conciencia le esté advirtiendo que bien pudiera ser una mala idea volver a tener una relación romántica con ella.

Usted mencionó un elemento muy importante que con frecuencia se pasa por alto al evaluar lo que hace falta para cultivar una buena relación, sobre todo si esa relación pudiera algún día culminar en el matrimonio. Es sumamente importante que los novios tengan las mismas creencias y prioridades. De lo contrario, es probable que alguna diferencia entre los dos cause muchísimo estrés en la relación en el futuro, sobre todo si se casan y quieren tener hijos. Si durante el noviazgo no pueden ponerse de acuerdo en cuanto a la formación espiritual de sus futuros hijos, entonces no están listos para casarse. ¿Estaría usted conforme con que su novia instruyera a sus hijos según las creencias de ella si ustedes se casaran? De ser así, entonces las creencias que usted sustenta no tienen fundamento alguno. Pero de no ser así, entonces no insista en una relación que vislumbra un futuro nada prometedor.

Quienes aman a Dios y desean mantenerse fieles a sus mandamientos, tal como lo manifiesta usted, deben procurar un noviazgo con quien tenga sus mismas creencias. Lamentablemente muchos nos escriben con frecuencia para informarnos que tuvieron una relación personal con Cristo en el pasado, pero que su novia o esposa no tenía tal relación, y que ellos, por negligencia, dejaron que sus propias creencias se esfumaran como la espuma. No tenían la intención de que sucediera, no saben cómo fue que sucedió, y quisieran que no hubiera sucedido.

La decisión es suya. ¡Tómela conforme lo que le dicte su conciencia!

Le deseamos lo mejor,

Linda

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