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Caso 42

Soy un joven que dejó embarazada a su novia, y ambos decidimos no tener al niño. Ella tomó unas pastillas para abortar. Ahora vivimos una condena, y no tengo ganas de vivir. Siento que mi vida se ha derrumbado. No tengo fuerzas por lo que hicimos.

Mi pregunta es: ¿Recibiré algún día perdón de Dios por lo que hice, o viviré una condena en el infierno para toda mi vida? ¿Qué tengo que hacer ahora?

Consejo

Estimado amigo:

Hay muchas personas que le dirían a usted que el niño que ustedes abortaron no era más que una masa informe de tejidos, y en realidad no un ser humano. También dirían que no hay consecuencias emocionales para los que optan por el aborto como la solución a su «problemático» embarazo. Pero la experiencia que ha tenido usted demuestra que esas personas están equivocadas. Usted está sufriendo mucho porque en lo profundo de su corazón sabe que destruyó a su propio hijo. Las repercusiones emocionales del aborto son patentes, y sin embargo las ocultan quienes persiguen determinados fines políticos. Todos los días miles de parejas creen las mentiras que se les han dicho, y posteriormente descubren la inquietante verdad tal como le ha sucedido a usted.

Pero lo que usted quiere saber ahora es si hay alivio alguno para la agonía que siente y si tendrá que pagar consecuencias eternas a causa de sus decisiones. Tenemos una buena noticia y una mala noticia para usted.

La mala noticia es que usted siempre hará duelo por su hijo que no llegó a nacer. Siempre habrá un dolor, un vacío que sólo pudo haber llenado ese niño. Pero ese dolor puede compararse con el que se siente cuando un hijo pequeño muere de una enfermedad o de un defecto de nacimiento. Es un dolor que permanece, pero que puede ser menos agudo con el paso de los años.

Ahora bien, ¿cómo puede usted ser librado de la gran culpa que siente? Aunque su pecado le parece muy grande ahora, la verdad es que todo pecado es una ofensa contra Dios porque nos aparta de Él. Dios es santo y no puede tener relación con quienes tienen pecado alguno en su vida. Todo pecado tiene que pagarse antes de que podamos experimentar la presencia de Dios, tanto aquí en este mundo como en el cielo por la eternidad. ¿Entonces cómo puede usted pagar por su pecado? No hay cantidad alguna de buenas obras ni de penitencias que satisfagan. ¡Pero la buena noticia es que Jesucristo tomó su lugar! Él murió por su pecado para que usted pudiera ser librado no sólo de las consecuencias eternas, sino también de la culpa que ahora siente.

Lo que tiene que hacer usted es pedirle al Padre celestial que lo perdone en el nombre de su Hijo Jesucristo, para que Cristo pueda entrar en su corazón y ser su Señor y Salvador. Una vez que haya hecho eso, ¡sentirá un alivio intenso! Sí, recibirá el perdón, pero aun mejor que eso, habrá comenzado a cultivar la relación más importante de su vida.

¡Pídaselo hoy!

Linda y Carlos Rey

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