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Caso 291

Soy una mujer de treinta y dos años de edad. Desde mi niñez, tengo un odio en mi corazón por el hombre que dice ser mi padre. Yo no lo conozco y nunca lo he visto. Según lo que me contó mi madre, él no quería que yo naciera. Le pidió a mi madre que me abortara porque él no se iba a hacer responsable de mí.

La historia ha sido muy dura para mi vida. Todo el tiempo he vivido trastornada con ese sentimiento de dolor y odio. Siento que no puedo perdonarlo y, aunque yo sé que no soy quien para denegar un perdón, no puedo olvidar que fui una hija negada por él.

Consejo

Estimada amiga:

No sabemos cuántos años tenían su madre ni su padre biológico cuando usted nació, pero el error que cometieron se debió a la pasión sexual y a la falta de dominio propio. Ninguno de los dos tuvo la intención de que resultara en el nacimiento de una criatura, y su padre biológico no tenía la madurez necesaria para afrontar todo lo que encerraba ser padre. Es probable que él era muy joven, y no tenía los medios para sustentar a una familia. Por supuesto, no debió haber tenido relaciones sexuales con la mamá de usted ni con ninguna otra mujer sin el compromiso serio que representa el matrimonio.

Las películas, la televisión y hasta los grandes carteles publicitarios dan la impresión de que no tiene nada de malo mantener una relación física con una persona sin el beneficio del matrimonio. Los hombres y las mujeres (y a veces los niños y las niñas) que creen que el sexo no es más que una diversión se encuentran con frecuencia ante esa misma situación que la madre y el padre biológico suyos afrontaron.

Las mujeres y los hombres por lo general responden de manera diferente a los embarazos no deseados. Es más probable que las mujeres se encariñen de inmediato con la criatura que viene en camino, mientras que los hombres no tienen la experiencia de sentir día tras día una criatura creciendo en el vientre. Por eso, es mucho más fácil para los hombres evadir toda responsabilidad sin sentir nada. Como resultado, muchos niños, abandonados por el padre biológico, crecen con el mismo trastorno que ha sufrido usted. Esos padres biológicos son demasiado egoístas y carecen de la madurez necesaria para proceder de otro modo.

¿Acaso pretendo justificar la conducta de su padre biológico? ¡De ninguna manera! Él procedió mal al tener una relación íntima con la madre de usted, hizo mal al pedir que ella abortara, y obró mal al abandonar a su mamá. No hay ningún modo de saber si a la postre él lamentó lo hecho, o si se arrepintió de haber tomado esas decisiones. Pero eso ahora no importa.

Lo que sí importa es la vida, los sentimientos y la felicidad suyos. Mientras usted siga convencida de que es la víctima de lo que hizo su padre biológico, seguirá siendo infeliz y trastornada. ¿Va a permitir que él arruine la vida que usted lleva de adulta así como arruinó su niñez? ¿De veras está dispuesta a dejar que la controle hasta ese extremo?

El odio y el no perdonar le hacen daño a usted y no a él. Esas emociones negativas tienen la capacidad de hacer que usted se enferme físicamente. ¡No permita que él vuelva a hacerle daño!

En su Sermón del Monte, Jesucristo dijo: «Si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.»1 Así que desahóguese contándole sus penas a Dios en oración. Confiésele el dolor y el odio que siente. Pídale que sane su corazón. Y dígale que usted está dispuesta a perdonar a su padre biológico, y que desea que de la misma manera Él, como su Padre celestial, la perdone a usted. Si no se siente mejor en seguida, hágalo de nuevo mañana, y pasado mañana, y al día siguiente. Tarde o temprano comenzará a sentirse bien por la decisión que ha tomado.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Mt 6:14

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