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Caso 39

Mi esposa es supercelosa. Cada vez que llego a la casa, [hace] un registro minucioso de cómo llego, me revisa el teléfono, siempre está queriendo descubrir algo....

Estoy en [una encrucijada]. No quiero dejarla. Yo la amo; pero cuando ella actúa así, me siento mal, pues siento que es falta de respeto.... Llama al trabajo [para ver] a qué horas salgo. Me llama al celular a la hora de salida.... Ella quiere controlar todo.

He explotado y la he golpeado, porque sólo así se calla; pero no quiero seguir con esta calidad de vida.

Consejo

Estimado amigo:

Lo felicitamos por estar dispuesto a reconocer sus propios defectos en la relación que tiene con su esposa. El hecho de que haya recurrido a la violencia física en su trato con ella es un aspecto importante de su caso. Sin que importe lo que ella haya hecho, o lo que haya dicho o cómo se haya portado, no hay nada en absoluto que justifique el golpearla. Semejante violencia nunca se justifica, cualesquiera que sean las circunstancias.

Usted nos da a entender que cree que la golpea porque es la única forma de hacer que ella deje de ser tan dominante y celosa. Pero nos lo está contando porque ella no ha dejado de actuar así. Entonces es evidente que, al golpearla, sólo la está callando por poco tiempo y no da resultados a largo plazo. Y sin embargo usted sigue golpeándola. Eso se debe a que el maltrato físico en realidad no tiene nada que ver con lo que está haciendo ella; tiene que ver con la falta de dominio propio de parte de usted.

Si usted no puede controlar su mal genio, debe buscar ayuda. Es probable que en su comunidad o en algún centro de salud haya un grupo de personas que se reúnen periódicamente para aprender a controlar el mal genio. Le instamos a que investigue hoy mismo dónde y cuándo se reúnen. Porque si usted le resta importancia a la gravedad de este asunto y se niega a seguir nuestro consejo, es muy probable que en el futuro usted golpeará no sólo a su esposa sino también a sus hijos. ¿Acaso quiere usted llegar a ser el fiel retrato de ese bravucón que mira con ira prepotente a su hijo herido y maltratado?

¡Le rogamos que no nos interprete mal! Estamos conscientes de que también su esposa tiene un problema muy serio. Pero no conocemos la historia de su relación con ella. ¿Alguna vez le ha sido usted infiel a ella? ¿Lo ha pescado ella en una mentira? ¿Le ha dado a ella motivos para que no confíe en usted? ¿Y qué del padre de ella? ¿Le fue él infiel a la madre de ella? Y el padre de usted, ¿le fue él infiel a su mamá?

Casi de seguro hay algo en el pasado o el presente de su esposa que la ha llevado a ser muy celosa. Si usted sabe a qué se debe, le convendría tener conversaciones calmadas con ella acerca de cómo su presente relación conyugal es diferente de eso y de por qué ella tiene motivos para confiar en usted. Mientras están sentados juntos, pídale a ella que haga una lista de todas las cosas que teme que ocurran. Luego, una por una, dígale por qué no debe preocuparse de cada cosa en la lista. Tome en serio lo que a ella le preocupa y esfuércese por hablar con ella acerca de cada asunto hasta que se sienta más tranquila. Hay cosas que tal vez ella nunca le haya oído a usted decir, y las palabras tranquilizadoras que usted le diga despejarán los temores que ella tenga.

Hágale promesas que usted sabe que va a cumplir. Luego dígale que, siempre y cuando usted cumpla sus promesas, ella debe prometer que dejará de vigilar sin razón cada paso que usted dé. Ahora haga usted una lista de las cosas que ella debe dejar de hacer, entre ellas el llamar a su trabajo y el revisar las llamadas que aparecen en su teléfono celular. Explíquele que, cuando ella se niega a confiar en usted, con eso levanta un muro de desconfianza entre los dos. Dígale que usted quiere que la relación de ustedes dos llegue a ser de mayor confianza e intimidad, y que usted está dispuesto a poner de su parte para que eso ocurra.

La mujer necesita comunicación verbal para sentir intimidad con su esposo. Sin embargo, por lo general el hombre, cuando llega a la casa del trabajo, desea ver televisión o hacer otra cosa en lugar de tener una larga y complicada conversación con su esposa. Si usted se esfuerza por tomar la iniciativa de hablar con su esposa con más frecuencia y de no ocultarle sus experiencias y sus sentimientos, es probable que ella deje de hacerle tantas preguntas.

El apóstol Pablo, en su Carta a los Gálatas, hizo una lista de cosas a las que él llamó «las obras de la naturaleza pecaminosa».1 Los arrebatos de ira (tales como la violencia física) y los celos aparecen uno después del otro en esa lista. Incurrimos en ambas obras «con toda naturalidad» como seres humanos debido a que forman parte de nuestra «naturaleza». Pero las dos son destructivas para nosotros no sólo en lo físico sino también en lo espiritual.

¿Qué nos dice de su vida espiritual? ¿Qué de su relación con Dios? Él está dispuesto a perdonar todo pecado que hayamos cometido cuando se lo pedimos. Pero también está dispuesto a ayudarles a usted y a su esposa a cultivar el tipo de relación conyugal que Él diseñó desde el principio, una unión en la que hay absoluta confianza e intimidad.

Le deseamos lo mejor,

Carlos Rey y Linda
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1 Gá 5:19-21

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