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Caso 251

Mi caso es una suma de errores que cada vez tiende a empeorar. Hace un año me enteré de que iba a ser padre.... Pero antes de que [mi novia] me diera la noticia, tuvimos una gran pelea y nos distanciamos cinco meses.... Fruto del dolor y [de] la pena, encontré a otra mujer que me acompañó y me ayudó. Prometí cuidarla [a ella y a su hija], y... me casé....

Cuando recibí la noticia de que iba a ser padre... me encontré entre [la espada y la pared]. Tenía... la responsabilidad de un bebé y la responsabilidad de un matrimonio. Tuve que tomar decisiones, y opté por velar por mi matrimonio. [Pero] no abandoné a mi hija. Yo la vi nacer, y la tuve entre mis brazos....

En la actualidad, mi esposa no desea que yo tenga ninguna relación con la madre ni con la niña. Me prohibió verla o siquiera saber su estado.... ¿Qué puedo hacer para que ella comprenda que está en un error y que la niña... no tiene la culpa de lo que pasó y que es parte de nuestra familia?

Consejo

Estimado amigo:

¡Cuánto nos entristece lo que le espera a su hija! No es nada alentador el panorama de su tierna vida rodeada de adultos que discuten a causa de ella, y tal vez hasta llegue a creer que nadie la quiere. ¡No permita que eso ocurra!

Pregúntele a su esposa si a ella le gustaría tener que abandonar a su propia hija para que ustedes dos pudieran comenzar solos su vida de casados. Ella seguramente se enojará por haberlo usted sugerido siquiera. Pero si ella no está dispuesta a abandonar a su propia hija, ¿por qué tendría que hacerlo usted? ¿Qué diferencia hay entre la hija de ella y la de usted? Las dos fueron concebidas en relaciones que tuvieron ustedes antes de conocerse. Y las dos merecen el mismo trato, como parte de la familia.

Su esposa se siente amenazada por la presencia de su ex novia, así que es obvio que usted debe limitar el contacto que tenga con la madre de su hija. No hable con ella ni la vea sino sólo en presencia de su esposa. Así le mostrará a su esposa mediante sus acciones que puede confiar en usted, y que a usted sólo le interesa mantener una relación con su hija. Hágale saber a su esposa que si ella puede ser cordial con la madre de su hija, entonces no habrá razón alguna por la que usted vuelva a hablar con ella o a verla a no ser que su esposa esté presente.

Su esposa se enojará y amenazará con dejarlo, pero lo más probable es que no lo haga. Asegúrese de que ella sepa que usted está resuelto y que la conducta de ella no hará que usted cambie de parecer. Usted fue el responsable de que esa niña llegara a este mundo, y usted debe hacerse responsable de su bienestar. Usted ha estado dispuesto a aceptar a la hija de su esposa, así que ella tiene que aceptar a la suya.

Usted reconoce que cometió muchos errores, y estoy de acuerdo con usted en eso. Escogimos su caso para que otras personas aprendan de esos errores y eviten la difícil situación que usted ahora afronta. Si usted no hubiera tenido una relación sexual antes de casarse, habría evitado todo esto.

Cualquiera que opte por tener una relación sexual fuera del matrimonio bien pudiera algún día encontrarse en una situación parecida a la suya. El apóstol Pablo enseñó que la inmoralidad sexual es pecado,1 y aunque la cultura popular nos enseñe lo contrario, el pecado casi siempre acarrea difíciles consecuencias para nuestra vida junto con determinadas consecuencias eternas. Pero, a diferencia de las consecuencias que afrontaremos mientras vivamos, las consecuencias eternas pueden resolverse con facilidad y con rapidez. Sólo tenemos que creer que Jesucristo murió en la cruz por nuestros pecados, y pedirle que quite nuestros pecados y sea el Señor de nuestra vida. Cuando Él nos perdona y llega a ser nuestro mejor Amigo, quita las consecuencias eternas y a la vez nos da el poder para tomar mejores decisiones en el futuro.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 1Co 6:9; 1Ts 4:3

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