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Caso 459

Soy la mayor de tres hermanas. Por tal motivo me criaron con mucho rigor.... El trato hacia [mis hermanas] ha sido diferente. Ellas han hecho cosas que yo nunca hice... cosas que me molestan porque, si hubiera sido mi caso, me habrían golpeado, insultado y corrido. Sé que hago mal al guardar rencor a mis padres. Cuando discutimos, cada vez que abro la boca salen palabras hirientes de las que después me arrepiento. Realmente reconozco que soy demasiado orgullosa para pedir perdón.

Consejo

Estimada amiga:

Sentimos mucho la situación familiar en que se encuentra, pero lo cierto es que usted se está lastimando a sí misma tanto como otros la han lastimado. Tiene acumulado tanto enojo y rencor que le salen esas emociones por la boca incluso cuando tiene la intención de mantenerlas bajo control. Lamentablemente, cuando mantiene esas emociones acumuladas en su interior, son tóxicas. Pueden hacer que se enferme física y emocionalmente. Usted necesita ayuda profesional para afrontar esas peligrosas emociones. Le recomendamos que busque un consejero, o psicólogo o incluso un grupo para el manejo del enojo. Esto es demasiado difícil como para que usted pueda afrontarlo sin ayuda.

Tiene razón que sus padres la trataron de un modo diferente por ser la mayor. Así pasa en muchas familias. Las lecciones que aprenden los padres del trato con el hijo mayor hacen que les den un trato diferente a los menores. Eso explica por lo general el trato diferente que reciben los hijos según el orden de nacimiento. No lo justifica, ni quiere decir que los padres siempre disciplinan con sabiduría. Lo más probable es que si usted investiga el tema del orden de nacimiento, se dará cuenta de que sus padres no hicieron nada fuera de lo común.

Nos inquieta mucho lo que usted dice al final. Afirma que es demasiado orgullosa para pedir perdón. No creemos que la razón por la que se niegue a pedir perdón sea su orgullo. La razón es que cree que sus padres deben más bien pedirle perdón a usted por haberla disciplinado con más rigor que a sus hermanas. El pedirles perdón implicaría ceder el derecho de aferrarse a ese enojo y rencor. Y usted no quiere hacer eso porque está convencida de que tiene el derecho de estar enojada y resentida. Tristemente, han llegado a resultarle tan familiares esas emociones peligrosas que es como si fueran sus amigas.

El apóstol Pablo enseñó que debemos abandonar toda amargura, ira y enojo.1 Es normal que sienta esas emociones en ciertas circunstancias, pero cuando opta por aferrarse a ellas como amigas, con eso se lastima usted misma y peca contra Dios. Tome la decisión de ceder el derecho que tiene de mantenerse enojada y resentida, y luego pídale a Dios que la perdone. Él es un Padre amoroso que quiere perdonarla y ayudarle a mejorar su vida.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Ef 4:31

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