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Caso 382

Soy fruto de una relación pasajera entre dos amigos solteros. Mi padre siempre me negó. Ahora está casado y tiene tres hijos, los cuales no me quieren, siendo que yo nací cuando ellos todavía no estaban junto a él. Toda la familia de él se enteró de mi existencia hace poco, pero para no quedar mal me ignoran.

¡Los odio! ¡Quiero vengarme! ¡Quiero que mueran para cobrar yo la herencia, ya que me niegan amor! Pero a la vez me hace falta un padre. Lo necesito. ¿Qué hago?

Consejo

Estimada amiga:

¡Sentimos mucho la pérdida que usted ha sufrido! Ha perdido no sólo un padre, sino también el sueño de tener un padre. Se ha imaginado cómo se sentiría si la amara y la aceptara un padre, pero como parece que eso no puede suceder, se ha arruinado su ilusión. Ahora le toca afrontar una dura realidad inflexible. ¡Es cruel y es injusto!

La montaña rusa de emociones que usted siente ha bajado hasta el fondo. Usted está devastada y vacía. Todas sus emociones negativas se han convertido en ira porque el enojo la motiva a seguir adelante. Y claro que tiene razón para estar enojada.

El problema es que la ira y el enojo sólo perjudican a la persona que alberga esos sentimientos. El deseo suyo de venganza le produce sustancias químicas en el cerebro que fluyen por todo su cuerpo. Esas sustancias la pueden hacer más susceptible a problemas de la salud y aun a graves enfermedades. Cada vez que piensa en el odio que siente y la injusticia que ha sufrido, su cuerpo produce más sustancias químicas negativas. Así que, lamentablemente, es usted quien sale perjudicada. Además del dolor que ya ha sufrido, ahora se está lastimando vez tras vez con sus pensamientos negativos.

Hay una sola solución. Usted necesita que Jesucristo le dé la capacidad sobrenatural que Él tuvo para perdonar. Él perdonó a quienes lo crucificaron. Enseñó que también nosotros debemos perdonar si queremos que se nos perdonen nuestros pecados. Él dijo: «Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.»1

¿Merece su padre el perdón suyo? ¡De ninguna manera! El perdonarlo no significa que él lo merezca o que esté libre del castigo divino por su conducta.

Los que crucificaron a Cristo tampoco merecían el perdón. Como tampoco lo merecemos nosotros cuando quebrantamos las leyes de Dios. Pero Cristo perdonó a quienes lo crucificaron, y nos perdona a nosotros cuando se lo pedimos. Así que su ejemplo nos enseña que es posible perdonar incluso cuando el perdón no es merecido.

Pídale a Dios en oración que le dé la capacidad sobrenatural que usted necesita para perdonar. Cuando la invadan los pensamientos negativos, busque la manera de convertirlos en pensamientos positivos. Si usted tuvo una buena madre, piense en lo agradecida que está por haberla tenido. Si tiene abuelos que la aman, dele gracias a Dios por ellos. Convierta cada pensamiento negativo en uno positivo para que pueda transformar las sustancias químicas en el cerebro y proteger su salud. Deje que sea Dios quien juzgue. Él sabe perfectamente cómo hacerlo.

Le deseamos lo mejor,

Linda
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1 Mt 6:14

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