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Caso 85

He comenzado a ver los errores de los esposos de mis dos hijas, y sufro mucho porque ellos se están alejando de mí. No deseo causarles ningún daño; al contrario, trato de aconsejarles cuando veo algo injusto que cometen con mis hijas. Por favor, ¿qué me aconsejan?

Consejo

Estimada amiga:

Sus propias palabras nos dan a entender la razón por la que sus hijas y los esposos de ellas se están alejando de usted: usted está entrometiéndose en la vida de ellos. Dice que no desea causarles ningún daño, pero eso es precisamente lo que usted está haciendo. Si no deja de hacerlo, tarde o temprano evitarán comunicarse con usted porque usted representa un peligro para el matrimonio de ellos.

Cada semana muchos hijos adultos nos escriben pidiendo consejo acerca de qué hacer con la madre entrometida que tienen. Son casos en que la mamá los ama mucho pero no tiene la sabiduría para comprender que debe guardar cierta distancia de la vida de sus hijos. Hay una fórmula en el segundo capítulo de la Biblia que se repite unas tres veces a través de las Sagradas Escrituras. «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.»1 Esa fórmula establece con claridad que los recién casados deben dejar a sus padres, separándose de ellos tanto física como emocionalmente. Los que continúan viviendo en casa con sus padres no están siguiendo la fórmula y, por lo general, tendrán que afrontar muchas dificultades como resultado.

Pero aun los que se van del hogar paterno para vivir por su cuenta, si continúan esa relación de padre e hijo dependiente, también tendrán problemas en su matrimonio. La persona que se casa ya no es el niño o la niña que depende de sus padres. Ahora es una persona adulta, y debe ser respetada como tal por sus padres. Eso quiere decir que los padres no deben darle ningún consejo a menos que se lo pida específicamente. Es más, deben permitir que sus hijos adultos se equivoquen y paguen las consecuencias de esos errores. Los padres deben establecer una nueva relación con ellos basada en la interacción y la comunicación adulta. Ha dejado de existir para siempre la antigua jerarquía del padre como el maestro y el hijo como el discípulo. Ahora son iguales, y deben tratarse como iguales.

Yo soy madre de cinco hijos adultos. Sé por experiencia que es muy difícil dejar de darles consejos. Por supuesto, no siempre tengo éxito, pero son incontables las veces en que no he dicho lo que de veras quería decir. Mis hijos adultos constantemente toman decisiones con las que no estoy de acuerdo, pero reconozco que ahora ellos tienen el derecho de hacer las cosas a su manera, y que a veces mi opinión no es importante.

Yo permito que mis cinco hijos adultos marquen el paso con relación a lo mucho o a lo poco que nos comunicamos. Algunos me llaman varias veces a la semana, y yo me comunico con ellos con la misma frecuencia. Otros únicamente me llaman o me envían mensajes electrónicos más o menos una vez al mes, y yo hago lo mismo. Todos son adultos y tienen el derecho de decidir hasta qué punto quieren que yo intervenga en su vida. No los voy a obligar a comunicarse conmigo si no tienen el deseo de hacerlo.

La única manera en que puede usted ayudar a sus hijas es rogar a Dios por ellas y brindarles apoyo emocional si se lo piden. Y al esposo de cada una, muéstrele sólo amor y respeto.

Es difícil, pero ¡usted puede lograrlo!

Linda, la esposa de Carlos Rey
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1 Gn 2:24; Mt 19:6; Mr 10:9; Ef 5:31

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