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Caso 118

Llevo veinte años en la prostitución, gracias a mi «madre». Ella era una drogadicta y mi papá un borracho, y me mandaban a prostituirme para sustentar su vicio....

Mi vida está destruida, y lo único que sé es que no sirvo para nada.... Creo que lo mejor que pudiera hacer es matarme para acabar con este sufrimiento que me amarga la vida.... Ni tengo perdón de Dios por todo lo malo que he hecho.

Consejo

Estimada amiga:

¿Sabía usted que el Dios del universo la conoce y sabe cómo llegó a ser lo que es hoy en día, y que Él la ama más de lo que usted puede imaginarse? Esa es la verdad. Es probable que usted piense que Dios es un dictador severo que quiere castigarla por todo lo malo que ha hecho. Pero lo cierto es que Dios es un Padre amoroso que quiere perdonarla y darle una vida completamente nueva.

Usted dice que su papá era un borracho. Tanto su experiencia negativa con él como sus opiniones actuales acerca de él afectan sus creencias acerca de Dios, nuestro Padre celestial. Los niños que crecen con padres severos y exigentes son propensos a pensar que Dios es severo y exigente. Así mismo, los niños que tienen padres que los abandonaron (ya sea física o emocionalmente) crecen convencidos de que Dios es distante e indiferente. En cambio, los niños que crecen con padres amorosos y cariñosos, a no ser que se les enseñe lo contrario, tienden a pensar en Dios como amoroso y cariñoso.

Nuestros conceptos no deben fundamentarse en nuestras experiencias. Usted puede creer que el mundo tiene manchas porque sus lentes están sucios. Puede creer que no hay nadie que sea amoroso porque no ha llegado a conocer a nadie que lo sea. Puede creer que Dios no está interesado en su bienestar porque a su padre biológico al parecer no le interesaba. Y puede creer que usted no sirve para nada porque así la trataron sus padres. ¡Pero el hecho de que crea cualquiera de esas cosas no quiere decir que eso sea verdad!

La verdad debe fundamentarse en la Biblia, el mensaje de Dios para los seres humanos. A través de las páginas de la Biblia aprendemos que hay un Dios amoroso y compasivo que está separado de nosotros a causa de nuestros pecados. Pero también aprendemos que Dios concibió la forma de acercarse a nosotros al entregar a su único Hijo para que muriera por nuestros pecados. Él dio a su Hijo Jesucristo a fin de que pagara el castigo por nuestros pecados para que usted pudiera llegar a conocerlo y a considerarlo como su amoroso Padre celestial. Cristo ya sufrió las consecuencias de los pecados que usted ha cometido, así que usted no tiene por qué seguir sufriendo. Basta con que, en sus propias palabras, le pida a Dios en oración que la perdone por esos pecados y que le dé una nueva vida. Luego comience a orar todos los días pidiéndole a Dios que le quite todo sentimiento de amargura, rechazo y falta de autoestima. Dios puede hacer un milagro en su vida si usted tan sólo se lo pide.

Con amor fraternal,

Linda y Carlos Rey

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