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Caso 117

Soy una mujer que siempre ha querido lo mejor para su familia. He trabajado hasta en estado de embarazo. Tengo un esposo bueno y padre excelente, pero siempre he ganado más que él y en ocasiones me he sentido mal por eso....

Últimamente él ha estado medio tiempo al cuidado de la casa y de los hijos (los dos hemos llegado a ese acuerdo), pero tengo temor a equivocarme. No quiero desagradar a Dios; pues sé que cada uno (hombre y mujer) debe ocupar su lugar. Por favor, ayúdenme a discernir lo que debo hacer.

Consejo

Estimada amiga:

A lo largo de los siglos, las funciones de los hombres y de las mujeres no han permanecido constantes. En distintas civilizaciones, se ha esperado que los hombres y las mujeres asuman diferentes responsabilidades. Así que para saber lo que quiere Dios, tenemos que buscar en la Biblia para ver de qué manera procedió Él ante la conducta de las personas en distintas circunstancias.

El apóstol Pablo enseñó que el hombre debe amar y proteger a su esposa, mientras que la esposa debe respetar a su esposo.1 Sin embargo, San Pablo no dijo —como tampoco lo dijo ningún otro escritor bíblico— que el hombre siempre debe ganar más dinero que su esposa. Es más, no hay referencias bíblicas a tipos de trabajo que sean exclusivamente para hombres o para mujeres. Pero sí hay una lista muy larga de tipos de trabajo que hace la mujer ejemplar.2 Forman parte de esa lista quehaceres tales como comprar y vender propiedades, confeccionar ropa y venderla, y hacer las veces de agricultora.

No hay duda de que Dios ha dispuesto que el hombre sea la cabeza del hogar. Sin embargo, esto tiene que ver con el liderazgo que ejerce y no con la capacidad que tiene de ganar dinero o con sus responsabilidades. Para que funcione con eficacia, una organización ideal debe tener un presidente y un grupo de personas sobre las que preside. Cada persona puede aconsejar al presidente en asuntos tocantes a la organización, y el presidente tiene en cuenta esos puntos de vista antes de tomar decisiones finales. El presidente no es mejor que los demás; sólo desempeña una función diferente.

En el hogar, Dios quiere que el presidente sea el hombre. No se trata de que sea mejor que la mujer, sino que es responsable ante Dios como el líder espiritual del hogar. Tiene la responsabilidad de dar buen ejemplo a su esposa y a sus hijos. Y ellos tienen la responsabilidad de respetarlo como su líder.

Usted dice que su marido es un buen esposo y un padre excelente. Con eso nos da a entender que usted lo respeta. Y dice que los dos están de acuerdo en cuanto a las tareas que realizan. Eso implica que él está satisfecho con ese acuerdo. Así que le recomendamos que siga mostrándole respeto y enseñándoles a sus hijos a que lo respeten, y que no se preocupe por quién gana más dinero.

Lo más importante es que no le preste atención a quienes quisieran imponerle sus propias convicciones. Lea la Biblia, junto con su esposo, para saber cuál es la voluntad de Dios. Oren juntos y enseñen a sus hijos a orar. El tener una relación personal con Dios es mucho más importante que el tipo de trabajo que uno hace o la cantidad de dinero que gana.

Con afecto fraternal,

Linda y Carlos Rey
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1 Ef 5; Col 3
2 Pr 31

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