de 826
Caso 131

Tengo quince años. A mí me gusta entrar al chat. En una de esas, conocí a un chico que me pidió que fuera su novia, y yo acepté. Ese mismo día nos conocimos. Él me pidió tener relaciones íntimas, y yo accedí. Esto lo hice porque me sentía sola. Luego de eso, me sentí mal. Había fallado a Dios y a mi familia.

Creo que Dios jamás me perdonará y que no merezco el amor que Él me da. No sé cómo alcanzar el perdón de Dios.

Consejo

Estimada amiga:

¡Cuánto lamentamos tu situación! Aprendiste demasiado tarde que hay algunas decisiones a las que no se les puede dar marcha atrás. Jamás podrás volver a ser virgen, y por eso estás tan apenada.

A pesar de las imágenes sexuales que nos rodean, los programas de televisión y las películas, la pornografía en la Internet, y la proliferación de actividad sexual entre adolescentes, en lo profundo de tu ser ahora reconoces que entregaste algo muy valioso. Y como no hubo sentimientos de amor de por medio, no pasó mucho tiempo sin que te dieras cuenta del terrible error que cometiste.

Nuestra sociedad y los medios de comunicación social han creado un ambiente en el que la intimidad física parece ser un juego, una diversión pasajera, una actividad propia de un sábado por la noche. Tal vez hayas oído acerca de la llamada píldora de la mañana siguiente que tiene el fin de destruir cualquier criatura que pudo haber sido procreada por una pareja la noche anterior. Pero no hay una píldora semejante que pueda devolverle a una jovencita su autoestima ni su virginidad.

Sin embargo, ¡tenemos buenas noticias para ti! Dijiste que les fallaste a Dios y a tu familia, y que ya no mereces el amor de Dios. Tienes razón. Pero es igual para todo ser humano. Todos le hemos fallado a Dios y a nuestra familia, y ninguno de nosotros merece el perdón.1 Es por eso precisamente que Dios el Padre tuvo que entregar a su único Hijo Jesucristo para pagar el precio por lo que hemos hecho. Por eso Cristo tuvo que morir en la cruz. ¡No lo merecemos! ¡Pero Él lo hizo por nosotros porque nos ama!2 Cuando le pidas perdón, Él te perdonará. Quedarás completamente limpia y sin pecado.3

Por supuesto, cuando le pedimos a Dios que nos perdone, Él espera que nos arrepintamos de lo que hemos hecho. Eso quiere decir que no solamente lamentamos el pecado, sino también que tenemos la intención y hacemos planes de no volver a cometerlo. En el caso tuyo, te recomendamos que nunca más chatees con desconocidos por Internet. Con todo y el gran error que cometiste, debes estar agradecida de que aquel tipo no resultó ser un homicida. Chatear por Internet es una actividad muy peligrosa. Casi a diario sabemos de casos en los que alguien fingió ser otra persona a fin de cometer un delito, incluso un asesinato. Te rogamos que te comuniques únicamente con personas a las que conozcas, y que nunca accedas a encontrarte con un desconocido por ninguna razón. Con el tiempo, comprenderás que hay hombres perversos que están al acecho en la Internet, a fin de aprovecharse de la ingenuidad de muchachos y de jovencitas como tú.

En cuanto a la soledad que sientes, has aprendido que puede llevarte a tomar malas decisiones. Haz planes para reunirte con otras personas en un ambiente seguro. Hazte miembro de un club o de un equipo deportivo o de un grupo de jóvenes. Dona tu tiempo como voluntaria en una obra de caridad o en un hospital. Tal vez no suceda de inmediato, pero tarde o temprano conocerás a personas como tú con las que podrás cultivar una amistad confiable.

¡Mantente a salvo y protegida!

Linda y Carlos Rey
____________________
1 Ro 3:23
2 Jn 3:16
3 1Jn 1:9

Este Caso me ayudó Envíenme información Deseo una relación con Cristo
Información en este sitio