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Caso 259

Tuve una novia hace unos dieciséis años. Me enamoré profundamente de ella, pero sus padres nos separaron. Ella se casó, y tiene ahora cuatro hijos. Yo también [formé] mi hogar con una mujer a la que no amaba, y hoy sí la amo.

Mi ex novia apareció... hace un mes. Investigué su número de teléfono, y empezamos a hablarnos y a enviarnos mensajes. Hoy revivió ese amor que sentimos los dos. La verdad, yo no quiero romper ese matrimonio ni el mío. Amo a mis hijos, pero es imposible detener lo que sentimos los dos.

Consejo

Estimado amigo:

Nos alegramos de que nos haya contado su caso poco después de haber vuelto a comunicarse con su novia de la adolescencia. Lo hemos escogido para darle respuesta de inmediato, con la esperanza de evitar que usted cometa el error más grande de su vida.

Es obvio que nos lo ha contado porque le está remordiendo la conciencia. De ahí que mencione varias de las razones por las que sabe que no debe volver con su ex novia: su matrimonio y sus hijos, como también el matrimonio y los hijos de ella. Usted reconoce que proceder con esta relación reavivada equivaldría a herir deliberada y cruelmente a cada uno de sus seres más queridos.

Una relación reavivada y la oportunidad de terminar lo que comenzó hace tanto tiempo parecen emocionantes y deseables. Sus emociones están agitadas. Está confundido y ansioso. Pero a través de todo, su conciencia le está advirtiendo acerca de todas esas personas que sufrirán las consecuencias. Su conciencia le está diciendo: «¡No vale la pena! ¡No lo hagas!»

¿Va a hacerle caso a su conciencia? ¿Le prestará atención a esa clara advertencia? Muchas personas hacen caso omiso de la voz de la conciencia. Se dejan llevar por sus emociones, y siguen adelante indiferentes a las consecuencias. Luego nos escriben pidiéndonos consejo acerca de la desdicha que han provocado, y nos preguntan cómo sanar las heridas que a sabiendas han causado.

Usted dice que es imposible detener lo que sienten los dos. ¡Eso es mentira! Solamente los insensatos que carecen de madurez se dejan llevar por sus emociones. Usted puede, en definitiva, hacer caso omiso de sus emociones de la misma manera en que lo hizo hace dieciséis años. ¡Deje de comunicarse con esa mujer hoy mismo! Envíele un mensaje de texto explicándole que fue un grave error el haberla llamado, y que usted sabe que no es correcto reavivar la relación entre los dos y que se niega a lastimar a tantas personas a las que ama. Dígale que no vuelva jamás a comunicarse con usted.

No sólo está corriendo el riesgo de arruinar su matrimonio, sino que también está contemplando quebrantar uno de los Diez Mandamientos. Cuando Dios nos dio el mandamiento de no cometer adulterio, lo hizo para evitar que nos lastimáramos unos a otros y a nosotros mismos. Le aconsejamos que le haga caso a su conciencia y a ese mandamiento, y que le ponga punto final a esta aventura lo más pronto posible.

Le deseamos lo mejor,

Linda

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